Y brilla

Que bueno es despertarse abrir la persina y ver el sol, hacer planes pero tampoco demasiados, ir sin prisa por la calle y que quemen los rayos. Queman pero dan calor, queman pero vibra la piel lo suficiente.
No hay música pero la oigo de fondo, suena con cad auno de tus pasos o con tu llegada con el ritmo del corazón. La gente pasa, los niños cruzan y las clases se hacen más amenas; mi cabeza está en la luna, mis pies en Madrid y el resto del cuerpo donde lo lleve hoy.
Y así, como cada día, me he dado cuenta de todo lo que me queda por descubrir: parejas de ancianos, ancianos a secas y jóvenes, niños que lloran porque sus madres no les cojen en brazos. Ando y corro porque el semáforo se pone en rojo, un señor me mira de una manera que me da asco y giro la esquina. Bajo la calle, voy lento, luego más rápido. Viene suave algo de viento, el aire seco se cuela de una ventana a otra; sueño en clase y me despego de las botas.
La misma sensación que cuando era niña y atardecía en la playa y acababa tirada en la toalla, con el cuerpo lleno de arena y el pelo enredado entre algas: cansada, feliz, con l apiel que abrasa. Agotada y con ganas de seguir quemando.
El cielo brilla, cambia mi vida.
No hay nada mejor que tener lo que cada uno quiera; yo quiero que todo vaya bien.


(((maca)))