La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

martes, 19 de junio de 2012


Siempre lo decimos, cada cierto tiempo hablamos de ello, todos lo hacemos. Eso de "y pensar que hace unos meses jamas hubiese imaginado esto... " "no se me hubiese ocurrido ni loca que hubiese conocido a tanta gente especial este año y mira tú por donde..." pensamientos como estos, miles.  A mi siempre me pasa al acabar junio, cuando termino el curso y repaso todo lo que he vivido, y es así, la mayoría de cosas que planeé o pensé no ocurrieron, y todo lo que me ha ocurrido jamás lo había soñado. Lo maravilloso de la vida es que aunque todos conozcamos el final siempre esta ahí, preparada para sorprendernos.
Vivir es ir abriendo regalos y sorpresas: unas buenas y agradables, otras amargas; unas apestan, otras son dulces y las hay también que parecen algodón de azucar. Así, entre unas cosas y otras vamos creciendo unos, otros vamos madurando y hay quien consigue crecer y madurar al mismo tiempo. No sé qué será de mi mañana, solo sé que acabarán los exámenes y empezará la tranquilidad de haber terminado y los agobios por la mudanza y otras tantas cosas.
Sé que seré feliz, porque para serlo ante todo hay que proponerselo, pero no sé mucho más. No sé que será de mi estos días en Madrid, algo me dice que van a ser especiales. Luego vendrá Gandía, con su paz, su mar y mi familia y esas sorpresas que todavía no sé ni cual es su envoltorio. Y así llegará Agosto en La Coruña y mi reencuentro con Fer y Lore y mil historias de antes, que quizá alguna depsierte, quién sabe.
No sé que será de mi mañana, ni de tí, pero si tenemos suerte podemos abrir juntos algun regalo.

(((maca)))

lunes, 11 de junio de 2012

Qué tipos de personas hay

Somos seres sociales, pero cuanto nos cuesta a veces serlo: a mi por lo menos.
Creo que hay dos clases de personas: a las que les cuesta quedarse solas y a las que les cuesta estar con alguien. Evidentemente con lo primero no me refiero a estar solo en el metro camino del trabajo ni en el segundo caso a ir a tomar algo con los amigos, por ejemplo.
La primera clase de personas, que no es mejor por ser primera sino es que simplemente tenía que enumerarlas, necesitan la compañía para casi cada una de sus acciones o labores, incluso cotidianas. Por lo general no les gusta desayunar solas, si van a la universidad/trabajo y no encuentran allí buenos amigos pueden verlo o interpretarlo como un problema, si necesitan dar un paseo para desfogarse necesitan algo más que su sombra sus pies y su cabeza. Cuando van a hacer la compra prefieren ir acompañados, igual que cuando van a la playa, a correr, en bici o a pasear al perro.
La segunda clase de personas disfrutan de la soledad del desayuno: unos quizá porque todavía no están despiertos del todo y saben que con la soledad no van a gruñir; otros porque les gusta el silencio, simplemente. Imagino que hay más opciones pero no voy a dedicar mi vida a estudiarlas, así que si os parece hablo de lo que conozco y lo desconocido lo guardamos. Estas personas necesitan estar solos en el sofá y dar un paseo tan solo con su sombra.

Como casi siempre, hay de todo en cada sitio: los que necesitan compañía no han de estar rodeados de gente las 24 horas del día, en realidad, según la persona, la necesidad ronda entre 22 y 8 horas diarias. Hablo de necesidad, por eso mismo hay una distinción porque tanto los primeros pueden querer a veces estar solos o los segundos estar en compañía, por eso hablo de una necesidad primordial comparable casi a respirar. Las personas del primer tipo si pasan más de dos días solas probablemente tengan un momento bajo de autoestima, no se sientan queridas o se planteen alguna duda existencial; si nada de eso ocurre al menos verán fotos del pasado, escucharan música que les trae recuerdos complicados o mandan un mensaje a alguien al que prometieron no volver a escribir. Quizá por ello nunca quieren quedarse solos. Puede que esto se deba también a una falta de confianza en uno mismo, a no querer recapacitar, pensar un poco más allá de "qué me voy a poner hoy", "qué hacemos de comida" y "a qué hora ponemos el despertador". Puede ser también a que tengan tantas cosas que aportar a los demás que no quieran quedarselas solo para ellos.

Para las personas que necesitan momentos de soledad casi como el respirar el rango de horas es diferente: ronda entre la 1/2 hora y las 6 horas. Tanto en este caso como en el primero hay excepciones. La respuesta a porqué la necesidad de soledad suele ser más breve que la necesidad de compañía es bien simple: cuando uno esta solo es más fácil hablar con su interior, tarda menos que alguien que necesita reírse con su amigo, ir aq correr con su primo y salir de fiesta con los compañeros de trabajo, como necesidad. Si las personas del segundo tipo pasan por distintas y muchas posibles razones, más de 3 días sin un solo momento, más que los necesarios y humanos que compartimos todos, de soledad, pueden sufrir un grave trastorno en su manera de actuar: empeora su humor, pueden volverse irascibles, aumenta su sensibilidad y las ganas de volver a aquellos días o momentos en los que podían disfrutar de sus momentos de soledad.

Hay personas que son en un 80% del primer o segundo tipò, y en un 20% del otro; aquí se encuentra un buen número de gente, los que tienen un 60% - 40% o un 40% - 60% son la mayoría. La minoría son los que son en un 90 % de un tipo o de un 100% , esto es un problema puesto que los seres humanos sociales somos humanos, necesitamos relacionarnos y también necesitamos momentos de soledad para encontrarnos con nosotros mismos y con las ideas de los demás. Los extremos nunca son buenos.

Yo me considero del segundo tipo de personas, creo que en un 60% o 70%.


(((maca)))

sábado, 9 de junio de 2012

Te podría decir...

Tengo una amiga que acaba de decirme que pensando en todo un poco se ha acordado de hoy, hace un año: cuando se moría de ganas por irse de casa de sus padres, cuando decía que no les echaría de menos. Ahora que está acabando el curso me dice lo idiota que era, que claro que los necesita y que le encantaría estar allí, en su ciudad. Estas cosas pasan, tampoco podemos sentirnos mal por haber sido adolescentes.
Cuando acabé el colegio tenía ganas de empezar la universidad, la carrera que quería hacer y escribir un libro. Yo no era de esas personas a las que les daba igual que hacer, que solo querían irse de casa de sus padres. Quería estudiar periodismo y en Galicia solo se puede en Santiago de Compostela y la nota rondaba el ocho con algo (en la antigua selectividad en la que la nota máxima era un 10 y no un 14 como creo que es ahora), así que con mi 7,3 poco podía hacer en Galicia... Me vine a Madrid, con ganas, pero aún sabiendo que lo mío era el periodismo no podía estar más de tres noches sin llorar echando de menos todo lo que había sido hasta ese momento mi vida. Puede parecer estúpido pasarse los tres primeros meses de carrera, los tres primeros meses fuera de tu ciudad, disfrutando pero con barreras. Mis barreras era no tener a mi madre conmigo, a la mayoría de mis hermanos, no dormir ni en mi cama ni en la de mis padres, no tener a mi perro ni poder ir a ver el mar en invierno. Mis límites estaban en que Fer y Lore , mis mejores amigas, vivían en La Coruña y Lugo respectivamente. Mi herida fue el fin de muchas amistades de toda la vida, el engañarme a mi misma diciendome que aquí nunca sería completamente feliz. Creía que en La Coruña lo tenía todo, excepto la carrera: mi familia, el mar, mis amigos y el chico que me gustaba en aquella época. En fin, Pedro y María se empeñaron en hacer de mi vida algo maravilloso en Madrid y aunque me costo mucho, muchísimo, entender que adoro tanto esta ciudad como la odio, al final uno aprende, maduro un poco, y acaba dando la importacia exacta que tiene cada cosa y cada momento.
Si ahora que la carrera que estudio me ha desenamorado, si cada vez que me pienso en una redacción o un programa de radio me mareo y aún así soy feliz en Madrid, supongo que he sabido crecer con los años y las lágrimas que ahora me parecen absurdas y hasta vergonzosas han servido para algo.
Hay que aprender a vivir con la vida de la mano, con el presente en el día a día, sabiendo que el pasado es pasado, pero que no se olvida, y como Marwan dice "el pasado es una chica a la que no hay que desvestir". Estoy segura que después de leer esta frase mi madre pensará "Wuaaaaauuu" ¿me equivoco madre?


(((maca)))

viernes, 8 de junio de 2012

Ahogarse sin mar

El calor ahoga, la garganta quema y arde la cabeza de tantas historias que pesan. Sueño con el mar y lo veo lejano, no sueño con él como puede hacerlo un madrileño o alguien que se ha acostumbrado a ver la mar una o dos veces por año. Sueño con el agua helada de La Coruña y con el sabor de la sal de Valencia de manera distinta porque yo siempre he vivido en una ciudad con mar, porque yo nací en un hospital desde el que se percibe el olor a salitre,  porque sé el significado de "miñoca" y tuve que cortar sus cabezas aunque me hiciese daño.
Necesito un paseo vestida por la playa con mi madre y mi perro Tomás escarbando en la arena buscando un palo que llevarse a la boca, un tesoro o una sirena.
Uno no sabe qué es nacer en una península (La Coruña) dentro de otra (España) hasta que nace allí. Siempre digo que las cosas hasta que no se viven en piel propia no se entienden, si no me entiendes no pasa nada, no has tenido la suerte que he tenido yo de vivir 18 años en el fin del mundo.
¿Tú sabes lo que es despertarte e ir al colegio y mientras vas subiendo en el coche con tus hermanos y tu padre por la carretera ver el mar? ¿Sabes lo que es ver atardecer desde la Rosa de Los Vientos de la Torre de Hércules? ¿Sabes lo que és quedarte solo delante de el puerto sin tener noción del tiempo, ni importarte? No sabes lo que salir de la tetería y sentarte encima del cañón que hace años lanzaría bombas a barcos piratas. No sabes la sensación de vértigo que da subirte a la Torre de Control y ver toda la península pintada de azul. No sabes qué siento si necesito viento, arena y salitre. Porque cada uno somos diferentes, porque tu necesitas unas cosas y yo otras y aunque necesitemos lo mismo, cada uno vive las experiencias de manera distinta.
En 12 días acabaré los exámenes, se acabarán los agobios y aunque puede ser que no me salgan todos bien ya no habrá motivos para asfixiarme, porque septiembre es llevadero, y ojalá todas las dificultades de la vida fueran examinarnos en septiembre. Dentro de 20 días, o menos, estaré ya en al lado del mar, más de un mes en el meditterraneo y el resto del verano largo, laaargooo que me espera lo pasaré en mi ciudad: donde entendí que el olor a marea baja puede resultar hasta agradable.


(((maca)))

martes, 5 de junio de 2012

No te odio pero no quiero verte

Hay personas de las que no debería hablarse nunca, yo por mi no hablaría de ellas, me hace daño, pero claro, la vida te pone delante personas que les nombran. No me refiero a no hablar de quienes se han ido y volveremos a ver, algún día y si nos portamos bien, en el Cielo; me refiero a esas personas que casualmente nos hicieron felices un tiempo (años, meses u horas) y ahora cada vez que oímos sus nombres o sabemos algo de ellas queremos escapar corriendo. Los primeros... claro que hay que hablar de ellos, yo al menos prefiero nombrarlos cuando les recuerdo o me gusta ver sus fotos y letras y mirar al infinito y hacer como si les diese las gracias por haber estado a mi lado. Los segundos... quizá no volvamos a verlos, pero viviendo en la misma ciudad o país, teniendo amigos o conocidos en común... es difícil no volver a saber de ellos, y eso apesta.
Ojalá se hubiese vuelto a su ciudad, ojalá alargue el erasmus o se enamore en las vacaciones y se quede al lado del mar, pero por favor, que no se pasee por Madrid ni Coruña, que no visite los bares en los que me dan de beber ni se cruce con mis amigos. No quiero volver a escuchar que te han visto, que estabas impresionante y parecías feliz. No quiero ir andando por la calle y sufrir un amago de ataque al corazón por creer que eres tú el que está dentro del coche que espera paciente a que el semáforo cambie a verde su color. No quiero que me digan que les hizo gracia el chiste que les contaste ni que se inventen que preguntaste por mi para hacer como que te importo algo. Simplemente me gustaría que le tocase la lotería y se comprase una casa en Miami, pero por favor que no suba las fotos al facebook.

(((maca)))

sábado, 2 de junio de 2012

Imagenes que guardan mil historias

Ya sé que no llevo muchos años en Madrid, tres para ser exactos, pero desde que estoy aquí siempre llevo de un lado a otro el albúm de fotos que me regaló la abuela. Este albúm es de esas cosas que en tienda valdría 30 euros, y el revelado de todas las fotos... mmmm, no sé, ¿cinco?; pero ahora tienen un valor incalculable.
Mi abuela adora la fotografía, desde siempre, si no recuerdo mal creo que tiene unos 100 marcos de fotos en el salón y vale que su casa es muy grande... pero igualmente son demasiados.
Me lo regaló no solo porque me quiera y porque le diese la gana sino porque hace años empezó a perder la vista y ya no puede ver quién ni qué sale en las fotos.
El albúm es precioso, los lomos cosidos dibujan frutas de colores fresas y azules, con ramas y hojas en distintas tonalidades de verde. Si abres el albúm las fotos se disponen en dos columnas eternas, una a cada lado, que van narrando mi vida hasta los 15 años de arriba a abajo.
Mi abuela organizó las fotos, la primera soy yo recién nacida, la última es del 60º aniversario de los abuelos. Ayer me puse a ver cada foto, con detenimiento, recordando las imágenes, los fines de semana de pesca en Villarrube, las tardes en la piscina de El Casino (donde me abrí tres veces la barbilla...), los partidos del Depor, los paseos en bicicleta por el paseo marítimo, los helados de "La Ibi". Los abrigos de cuadros con botones dorados y los vestiditos de flores, los lazos, la coleta bien alta , imitar a mis hermanas mayores y aprender a andar con tacones con ocho años. Chalo y los caballos, Xelo con su río y los renacuajos que llevabamos a casa y luego se convertíanen, asquerosas, ranas. Las coronas de flores en la cabeza, el "persigueme" y los los bocadillos de atún. Las fotos que me sacaba en el cuarto de estar rodeada, como ET, por todos mis peluches y muñecos. El licor que hacía tragar a mi madre hecho con agua, vinagre y el fruto de la palmera, "riquísimo". Los veranos en La Graña, Gandia... las Navidades en Añastro.
Todo cambia, y no voy a pensar que sea triste, porque hay cosas que perduran en el tiempo; como la familia, aunque a veces pueda parecer que se rompe. La amistad, que también cabe dentro de la familia.
Al principio del albúm, sobre la décima foto, aparezco con otra niñita muy linda, también rubia con tirabuzones, alguien de mi familia que igualmente es mi amiga: mi prima Cristina, Cris prefiere que la llame.
Le saco cuatro meses y aunque en las fotos de pequeñas parece que le llevo dos años ahora no se ve la diferencia. Ahora está también de exámenes, pero aún así seguimos hablando, aunque solo hablemos para decirnos que estamos agobiadas, o hartas de estudiar y que nos echamos de menos.
Con Cris he estado todas las Navidades de mi vida, hemos coincidido muchos veranos, cumpleaños, bautizos y ahora muchas noches y tardes de juerga. Hemos crecido y aunque los tirabuzones los hayamos perdido seguimos siendo esas pequeñajas que hoy veo en las fotos sentadas en la alfombra del salón de los abuelos, las mismas que cantaban a la par canciones de Rosana y las mismas que se hacían pasar por inglesas cuando iban en busca de amigos. Somos las que nos fuimos juntas a alemania, las que somos diferentes pero compatibles, las que hemos aprendido a querernos tal y como somos.
Sigo estudiando, he dejado el albúm abierto en una foto que salgo con ella, con Cris y nuestros tirabuzones.


(((maca)))
Cada imagen mil recuerdos

Días de estudio sin rosas

No sé si es el calor que convierte en vapor mis ideas o si es que se está haciendo de noche, es sábado, y no estoy metida en una discoteca pero sea lo que sea no estoy del todo pletórica. No estoy mal, ya les gustaría a algunos, pero he tenido días mejores. Que sí, lo sé, suspender un parcial no es tan grave pero cuando lo estudiaste esperando sacar buena nota duele más que cuando te presentas pensado en que a alguien le tocará la lotería.
No pasa nada, es un parcial al fin y al cabo y aunque el calor apriete fuerte no voy a ser yo quien se pase el día llorando y maldiciendo mi carrera; probablemente estaría mejor haciendo otra cosa pero estoy donde quise meterme y ahora me toca a mi salir del fango y limpiarme entera.
La verdad es que me gusta despertarme y no tener otra cosa que hacer más que estudiar, abrir las ventanas para crear corriente y levantarme de la silla de vez en cuando para preguntar a Lara cómo va. Quique Gonzále dice "tú sabes lo que tienes que hacer, tú controlas todo; ordenarlo solo."
Me gustan los retos, me encantan, pero todavía me gusta más imaginarme la cara de la gete cuando vean que en junio las he aprobado todas. Quizá sea mala, pero me motivo pensando en la alegría de mi madre y sobretodo, por encima de todos los demás, la cara de quienes no apuestan ni un céntimo por mi.
 Que tengais buen fin de semana, yo siempre tengo un buen día, porque tenerlo empiea por proponerselo.

(((maca)))