La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

viernes, 10 de febrero de 2012

Tren de aterrizaje

Esto ocurrió hace unas semanas, en esa época que hay entre Navidad y exámenes. Esta basado en una historia real, todo lo que hay aquí escrito es tan real como la vida y la muerte, como la imaginación.

Le temblaban la barbilla y las manos, escribía rápido sobre el teclado de su móvil y adiviné lo que mandaba y a quien. Era guapa, preciosa, con una cara de ángel de esas que ya no salen en las revistas, el pelo largo y los ojos infinitos: le brillaban.
Miraba por la ventana, estaba ansiosa por llegar, su barbilla temblorosa lo insinuaba y por momentos me miraba como pensando - ¿la conozco de algo? ¡que pesada que deje de mirarme! - pero yo no podía dejar de observarla, sabía que luego escribiría una buena historia.
La pantalla de su teléfono volvía a brillar, ella sonrío y tardó un rato en descolgar:
-Sí, ya estoy llegando.
Hubo un largo silencio, seguro que él le diría que iba a buscarla.
- ¿Ya estás allí? Te dije que llegaría a y media...
Nos regaló a todos los que la mirábamos una sonrisa preciosa y se mordió el labio.
- Vale, seré la primera en bajarme. Tengo ganas de verte... bueno tengo ganas de todo.
Respiro profundamente.
- Ahora podrás hacerlo.
´Separó el teléfono de su oreja y abrió energética mente el bolso buscando algo: un espejo diminuto, ¿cómo no? Marcó sus pómulos en coral y puso algo de brillo en sus labios; nada más, era preciosa así tan natural. Se recogió el pelo y observó su reflejo en el cristal, volvió a soltarse su larga melena, después se hizo una trenza.
- Creo que vas a gustarle más con el pelo suelto - le dije. Se giró hacia mi, sonrojada me agradeció el consejo, cogió su chaqueta y se levantó del asiento. No volví a verla pero por casualidades de la vida, quien fue a recogerme a mi a la estación me contó que...

Estaba haciendo tiempo en la estación fumándome un cigarro hasta que llegase tu tren cuando se me acercó un chico, moreno, de cara graciosa y a la vez interesante, con pinta desaliñada y a la vez perfectamente cuidado; se sentó a mi lado y me pidió un pitillo. Me hizo gracia porque temblaba como un crío la noche de reyes, le dije que yo esperaba por mi amiga y él me dijo que esperaba a una chica. "Hace tiempo que no nos vemos, no es mi novia, no somos amigos... no sé si pudo ser mi media naranja... bueno, que voy a decirte a ti, el caso es que, como siempre, la distancia nos ha hecho mucho daño. Pero ahora la voy a ver, otra vez, y no quiero pensar que luego tendrá que volver a irse, ni que tendré que volver a olvidarla. (...) Perdona tío, es que me cuesta mucho asimilar que voy a pasar estos días con ella. ¡YA llega el tren! Nos vemos, ¡gracias!"
Se fue corriendo hacia una chica de vestido azul marino y pelo suelto e increíblemente largo, se dieron un beso tímido y se quedaron abrazados. Después tuve que girar la cabeza, porque entonces te vi bajar a ti cargada de maletas.

No sé que fue de ellos, si la distancia volvió a golpearles, si quizá esa vez fue más fuerte o decidieron darse otra oportunidad. Desconozco las palabras que dijeron ni cuantas veces se abrazaron cada día, no pude contabilizar sus besos ni caricias, tampoco las lágrimas de la inevitable despedida. Si alguien los ha visto que me lo diga, me gustaría saber qué tal les va.



(((maca)))