Se acaban.
Se acaban los días de sol continuo, de piel ardiente y tirante, de salitre en exceso y medusas con la pala. Se acaban las marcas de la silla, el olor a dama de noche y la arena fina. Se acaban las suaves olas y la temperatura desde asfixiante hasta suave. Se acaba.
Han terminado y no lo creo las noches de canciones nuevas y gente desconocida, de abanicos de colres y de olores cítricos. Han acabado los amaneceres con música, el calor de los locales, el olor a whisky helado. Han terminado.
Supongo que lo normal sería sentirme mal, echarlo ya todo de menos pero... Tan solo hace unas horas que he dejado Gandia y ya he estado en Madrid, me he reencontrado con Cris y, ahora confusa, me vuelvo a la playa: de la que formo parte al cien por ciento, vuelvo a Coruña. No entiende mimente que ya no esté en Gandía así que menos entiendo yo que hoy vaya a estar ya en mi tierra: con el acento gallego, el salitre helado y la lluvia sorpresiva o el sol afilado. No espero un beso de nadie, no busco nada en realidad y creo que así todo es más fácil. Solo quiero paz, playa y sol, noches coruñesas que, aunque no sean como las de levante... No tienen nada que envidiarles a las del mediterraneo. No es fácil el cambio pero ahora me centro en que tengo que estudiar por las maÑanas y la verdad... No lo veo tan mal. Iré temprano a la biblioteca y así podré comer en la playa. No voy a predecir lo que pasará porque eso nunca se sabe. Solo sé que seguiré feliz porque para serlo hay que empezar por afirmarlo. Soy feliz en Gandía o en mi casita en La Coruña. Empiezo a echar de menos algunas cosas pero ya dije hace tiempo que puede echarse de menos con una sonrisa.
(((maca)))
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