La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

miércoles, 12 de enero de 2011

Para el abuelo



El abuelo sentado en el sofá: mirándolo de frente en la esquina de la derecha, al lado de la televisión siempre apagada. Está un poco encorbado mirando unos papeles a través de su lupa, lleva las gafas en la punta de la nariz y solo presta atención a esas pequeñas letras; no sabemos que está leyendo, no nos interesa: somos sus nietos, un poco más jóvenes que ahora, y pasamos por el pasillo sin preguntarnos qué es lo que llama tanto la atención del abuelo. Cruzamos el pasillo una y otra vez con otros primos en fila india y sin mirarle a los ojos.
Mamá se nos acerca y dice que nos sentemos a su lado, es la Navidad de 1999, 2000, 2001... Somos algo más pequeños y nos asusta sentarnos ahí, en el sofá granate que nos ha dejado un hueco. Sabemos que hoy el abuelo no nos va a contar historias divertidas, sino más bien nos preguntará por nuestras notas y después vendrá la consabida charla de todos los años.
Era un clásico de todas las Navidades: no lo era solo en esa época del año, podría ser cualquier día pero eran esos los que tenía para reunirnos a todos e intentar amansarnos. El abuelo siempre ha querido hacernos pensar, cosa que él ha hecho hasta el último segundo: utilizar eso tan útil que hay encima de los hombros.
Al final obedecíamos a nuestra madre e íbamos a sentarnos al lado del abuelo, le sonreíamos y le decíamos -"¿qué tal abuelito?"- como si el abuelo fuese un ser diminuto y débil, como si fuese tonto y sonase mejor acabar la palabra en -ito. Él dejaba su lupa y papeles a un lado y era ahí cuando te dabas cuenta de que no había escapatoria: como poco diez minutos de charla continua, más bien monólogo del que nunca sacabamos nada en claro. Que pena. Era complicado atender y comprender teniendo en cuenta que tendríamos unos diez años menos que ahora y que a esa edad no eres capaz de asimilar lo que te dice una persona con un coeficiente intelectual superior al tuyo: vamos, que lo que nos intentaba enseñar el abuelo no era asimilable. Es triste, pero me río recordándolo: me gustaría volver a tener esa edad y que el abuelo me regañase por las notas, me repitiese que fuese buena con mis padres... todo eso en su idioma claro: tan lleno de ironía y palabras abstractas para mí entonces.
Me gustaría también volver a esos primeros días en los que el abuelo estaba ingresado, no por su dolor ni la incomprensión de todos; sino por la última media ahora. Ese noviembre de 2009... Yo salía de clase y me cogía el autobús "U" que me dejaba en el hospital de Moncloa, María salía del trabajo y llegaba también y así lo mismo en coche cada día Tere, la abuela, Tonin... Venían también el resto de primos que podían, el caso es que el abuelo siempre estaba acompañado y atendido. Cuando ya se hacía tarde Tere se iba con la abuela a casa, Tonin que se quedaba a dormir allí bajaba a la cafetería a cenar un triste sandwich y fumarse un cigarro y era entonces cuando nos quedabamos los tres: el abuelo, María y yo. Siempre aprovechaba para estar un poco más juntos, para preguntarnos por el día y por escucharle a él. Había tiempo para sentarnos con cuidado en un lado de la cama o en el suelo a sus pies y cogerle de la mano: al abuelo le gustaba que le cojiesemos de la mano pero no le gustaba que se la acariciasemos, me lo confesó un día entre risas y me gustó ser la confidente. En eso es como yo: nos gustan las caricias, pero solo las suficientes en los momentos adecuados.
Así que nos dabamos la mano, no se la acariciabamos ni hacíamos caminos por ella con las yemas de los dedos: simplemente dejabamos que nos apretase con fuerza y el dejaba que se la apretasemos también.
Una noche de hospital, cuando el tío estaba ya apunto de volver a la habitación del abuelo para irnos nosotras, el abuelo nos dijo que estaba teniendo pesadillas. Todas las noches soñaba con caras feas y no le gustaba que se acercase el momento de dormirse. A María se le ocurrió algo con lo que pudiese soñar bonito, algo en la línea de María claro: a los segundos estuvimos un buen rato con nuestras caras delante de la del abuelo, no sonriéndole sino poniéndole "cara graciosa", "cara de mono". Sí, esa cara tan típica de todos nosotros cada vez que hacemos el payaso. Así estuvimos un rato, con nuestras caras pegadas a la carcajada del abuelo, así estuvimos hasta que nos fuimos a dormir a nuestra casa.

Creo que nunca he visto reír tanto al abuelo como en los últimos años; parece raro si los últimos años se supone que fueron los peores pero no. El abuelo nunca tuvo años malos, tenía días negativos que es diferente. Pudieron pasarle cosas en la vida, pero como siempre estas en comparación con las buenas acabando siendo insignificantes. De lo bueno se disfruta, de lo malo se aprende.

He tenido y tendré siempre un abuelo que se iba quedando cada día más seco, más chupado, consumido. Tengo un abuelo que rezaba lento el rosario, que iba cada domingo a misa, que la palabra Dios está siempre en su boca. Tengo un abuelo con voz seca y tos ronca, un abuelo con ironía en sus palabras siempres, con consejos que dar en cualquier momento. Tengo un abuelo que obtuvo un diploma en Harvard y Oxford por cortar tan bien el queso, que se abrió la cabeza con un ladrillo por jugar a "serenidad británica" y que cambiaba jamón serrano por higos secos. Tengo un abuelo que siempre tiene tiempo para hacer comentarios sobre los borbones y a su vez para querer tanto a España.

El abuelo Gabriel es el mejor abuelo que haya podido tener, siempre tiene frío y aunque sea verano siempre lo verás con chaqueta y con la calefacción cerquita. El abuelo es de esos que arregla cosas inarreglables, qu epega cosas ya inpegables que saca de todo algo mejor. El abuelo siempre recordará la fecha d etu cumpleaños, la de el día en que ocurrió cada cosa importante: desde el día mes y año en el que le pasó él algo hasta la hora en la que te pasó a tí. El abuelo es cuidadoso, ordenado; quizá algo maniático.

Ha sido un marino de los que no quedan o casi, de los que ha dado todo por los suyos y por aguantar un día más. El abuelo fue retocador de fotos de pequeño y de más mayor ha retocado muchas cabezas... muchos hijos y nietos.

La abuela siempre tendrá calor y él frío, ella siempre querrá hablar y él para hablar prefiere el silencio. Mi abuelo ha querido a mi abuela como nadie sabrá hacerlo, han pasado juntos toda su vida: porque la vida no se mide en años, se mide en experiencias.

Por él, porque nos costará todavía más darnos cuenta de que ya no vamos a verlo. Por él, porque siempre que le leía algo sonreía y le brillaban los ojos. Por tí abuelo, por tí y para tí escribo porque ahora ere stú quien te mereces todo esto.


(((maca)))

6 comentarios:

  1. Es maravilloso Maca! Quiero imprimirlo, enmarcarlo...! Le encantará, ahora ya puede leer tu blog todos los días!
    Mua

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  2. no se puede describir mejor el amor,el cariño y el respeto que se tiene por un abuelo.
    Me quedo sin palabras,es lo mas bonito que he leido en mucho tiempo.
    Maca,tu abuelo,desde el cielo,tiene que estar superorgulloso de ti.un beso muy gordo

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  3. Maca, quiero ser de mayor "retocador de cabezas", como la tuya, tuviste un maestro genial!! Aprovéchalo!! TE QUIERO

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  4. Sin palabras. Sabes expresar PERFECTAMENTE lo que estamos sintiendo, todos los ratos y momentos compartidos con el abuelo... Como dice Laura, ¡el abuelo esta MAS que orgulloso de ti, peque! Y que verdad lo que dice Maria, ¡lo que estara presumiendo de nieta periodista- escritora en el Cielo!
    TE QUIERO
    Cande

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  5. Nena, como siempre decirte que me encanta!! y que tuviste mucha suerte de tener un abuelo así, pero él también la tuvo por tener unos nietos que lo querían tanto como tú lo demuestras!! y eso es impagable y maravilloso!!! Muchos besos nena!! y que me encanta todo lo que escribes! Muaks!
    Mina

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  6. Me encanta leerlo... Es seguir recordando TANTAS cosas vividas, ¡que siempre van a estar con nosotras!, ¿verdad?
    Cuesta leerlo, emociona y lloras,pero al final, SOLO nos queda lo bueno,
    Te quiero, peque.
    Tu madrina

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