La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El lado positivo

No vas a creertelo, el tema de hoy es toda una sorpresa: empieza por A... y sigue por B.
No, no voy a hablarte de Abdu el profesor de relaciones internacionales; no es que no pueda ser un tema interesante pero... creo que el que tengo en mente es mucho mejor.
Sí, acertaste, como siempre yo tan evidente. ABuelo.
Dicen que cada uno puede hablar u opinar de lo que ha vivido o al menos de lo que no ha visto pero ha estudiado... yo como vivo con esto pues lo escribo, y no solo por eso sino porque este tema da para mucho. Sobretodo ahora.
Si me pongo a pensar en el día en que mi relación con el abuelo s ehizo más estrecha, más cercana, más de poder hablar de cosas y no solo escucharle como "un sermón de abuelo"; si me pongo a pensar en ese día no sé dónde ubicarlo, no sé qué día fue exactamente.
Hace años el abuelo consiguió calarme, estoy segura. Pero eran momentos, nada más, conversaciones que parecen eternas pero en realidad no son más de 10 minutos porque la Navidad no es tan larga como parece y los nietos con los que el abulo quiere hablar somos demasiados. El abuelo me transmitió cosas, estoy segura, hace ya tiempo; pero no de la manera que lo hace ahora.
El cambio fue, aunque no sepa la fecha exacta siempre se pueden hacer rodeos, los últimos meses del 2009: tal vez Agosto, en Septiembre ya seguro.
Fue el hecho de vivir en Madrid, en la misma ciudad que el, lo que me hizo darme cuenta de que si quiero hablar con el abuelo solo tengo que ir a verle; viviendo en Coruña esto ni se me ocurría, las conversaciones telefónicas también son buenas pero no tienen nada que ver con el cara a cara. Además, en mi epoca anterior a Madrid yo tenía otras preocupaciones, algunas de ellas egoísmo disfrazado de escusas para no llamar a los abuelos. La adolescencia no es la mejor etapa para algunas cosas,creo que son esos años en los que sin saber muy bien el porqué uno coge alergia a la palabra familia o domingo. Lo mío no fue así, pero si es cierto que si sonaba el teléfono yo nunca iba a cogerlo, a no ser que fuese alguna de mis amigas...
Bueno, creo que no soy la única en el mundo así que aunque sea por esto ya no me siento mal. Sería mal seguir haciendo lo mismo ahora, o anteponer siempre mis cosas a las de los demás o las de mi familia que son todavía más importantes. No es que ahora lo primero que haga al levantarme sea llamar a todo el mundo para saber cómo están, si necesitan algo... no, simplemente es tenerlos presentes.
Ahora tengo presente a la gente que merece la pena, en la adolescencia uno tiene presente a sus amigos y a su enamorado; el resto... bueno sí, están ahí, pero en un segundo plano.
En la edad del cambio solo te fijas en eso y en las injusticias. Eres un rebelde y si tienes que teñirte el pelo de rosa fucsia para hacer entender a la gente que te rodea que la vida es injusta: lo haces. No te paras a pensar que a tu abuela le puede dar algo si te vé entrar con ese pelo en casa, no te paras a pensar que a lo mejor quien actúa injustamente eres tú con eso que empieza por F y acaba por AMILIA.
Siempre digo que yo no he tenido una etapa difícil, quiero decir: creo que nunca he hecho insoportable al alguien la convivencia conmigo: ni me he teñido el pelo, ni me he escapado de casa, ni me he hecho un piercing a escondidas, ni he estado con la típica gente que unos padres no quieren que estés. He tenido y tengo mis cosas, pero siempre hay casos peores.
Vuelvo a lo de párrafos anteriores: la etapa de no coger el teléfono o de no preguntar a mi madre qué tal está.
Es así, la vida es así: a veces la ves perfecta, dotada de todo el sentido y otras... algo negro, y repito la palabra: "injusta".
No sé, me parece que hoy estoy escribiendo sin mucho orden. Lo siento, pasa a veces cuando sientes mucho y se te mezcla todo.
Ayer por la noché abrí la libreta que me regaló María el año pasado, cuando iba a empezar en El Periódico de la Publicidad: 10 de Noviembre. Como siempre, la libreta está dedicada en la primera hoja pero eso lo dejo para mí. Se suponía que usaría la libreta para las cosas que tuviese que escribir para el periódico pero al final, preferí darle otro uso. Iba a escribir cosas útiles, de cuando estuviese en casa de los abuelos. Las primeras frases son de Noviembre del 2009.
Cojo la libreta y me disgusta comprobar que no escribí lo suficiente: empecé en ese Noviembre y no volví a escribir en ella hasta Marzo de 2010. No recordaba la última frase que está escrita, la leo y me preguntó si es cierto que lo dijo; sí, si está ahí escrita seguro. "Eres mi cura, ma das optimismo. Tú conmigo has descubierto un océano".
Adelanto un par de páginas y leo algo que que escribí hace justo un año.

"Es viernes 27 de Noviembre, van a dar las seis d ela tarde y estoy en el autobús de camino al "Hospital de Moncloa" para estar con el abuelo. Hoy falto a clase de historia, sé que no ir a clase está mal pero si comparo una clase (la que sea, incluso mi favorita) con estar con el abuelo... lo siento por los profesores. El domingo volvió a sangrar y desde ese día no ha parado. A él le duele, a mí verle así. Se le vé ánimado, parece cansado. Me mira con atención, cierra los ojos y notas como sufre. Silencio, risas. Lágrima que se pierde y sonrisa forzada a veces. Hoy está mejor pero tal vez solo me lo ha parecido. Hoy está peor y el se empeña en hacernos creer lo contrario.
Es cierto: el dolor nos hace fuertes a la vez que nos convierte en enanos. Aprendes pero, cuando te muerde, en ese preciosa momento en el que te pellizco con fuerza, te vuelves vulnerable y pequeño. Eres grande pero te transformas, al menos por un momento hace que parezcas debil.
El abuelo parece estar mejor, sonríe y se ríe de las cosas. Otra vez cierra los ojos, antes acariciaba mis manos con las suyas y, ahora en cambio, las aprieta con fuerza. No dice nada y tampoco se si yo debo abrir la boca ahora. El dolor le ha sorprendido otra vez, aprieta mi mano. Cuando abre los ojos noto el deshaliento en su mirada, no se rinde, pero en algún momento parece que le han abatido.
Poco a poco va recuperando fuerza su mirada, no conozco nada que derrumbre un muro de cemento, como mucho se pule un poco, se desgasta por el tiempo. Mi abuelo es cemento, puede parecer algo más viejo pero es el, el de siempre. Nunca va a decir que no a la vida, aunque esta le pellizce y arañe, aunque le haga llorar de impotencia. Siempre acaba sonriendo.
Abren la puerta, la enfermera trae la cena. El caldo no está lo suficientemente caliente como para que te quemen los labios, así le gusta a mi abuelo, pero se bebe media taza de todos modos.
-"¿Está bueno?"- pregunta mi abuela acercándose a la cara de el como intentado adivinar su cara. -"¿Te gusta?"-
- "A mí me gustas tú"- contesta mi abuelo. Muchas veces tan serio con su sonrisa dentro y siempre atento a ella.
-"¡Ay como quiero yo a este caballero!"



(((maca)))

2 comentarios: