La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

martes, 12 de octubre de 2010

Juguetes con dueño


Tiene frío, la ciudad está helada y su vida todavía más.
Anda con cuidado, teme poder caerse o tropezar con las pequeñas piedras que disimulan sus peligros entre las líneas de la acera. Mira el suelo, intenta cuidar sus pasos y no mira hacia arriba, no se detiene a contemplar el denso cielo ni las gaviotas que buscan confundidas, entre el asfalto, algo de pescado. Cabizbajo, como si buscase algo aunque sin rumbo fijo, como si intentase buscar una razón a cada uno de los días que se le presentan como un regalo. Suponemos que por naturaleza, por evidencias de la vida o porque simplemente nunca nos hemos plantedo otra cosa, el día próximo nos pertenece, que nadie puede arrebatarnos eso y por lo tanto no nos preocupamos en aprovecharlo, en agradecerlo al menos. Los días son regalos y ninguno podemos saber cuando vamos a dejar de tener sorpresas envueltas en paquetes de colores; él es menos consciente todavía y por eso está así, como esperando que algún día todo cambie como por arte de magia, como si la vida fuese eterna y "las equivocaciones no hace falta rectificarlas, se arreglan solas... hay días y vida de sobra".
Ha vuelto a pasar por la misma calle y parece que no es consciente de ello; sí, sí que lo es. Si por el fuese andaría siempre por los mismos lugares, una y otra vez se dejaría ver entre el bullicio de la gente.
El escaparate de una juguetería se detiene ante el, no pretendía dejar quietos los pies sobre aquella baldosa pero han sido todos esos juguetes los que se han puesto delante de su mirada.
HAy un osito de peluche, con pinta de ser el más suave que nunca haya tenido entre sus temblorosas manos. Sobre una estantería hay un payaso con un traje de rayas rojas y verdes que intenta decirle con mirada de ojalata que tiene que llevarle de allí, que podría comprarlo y ser amigos para siempre. Tal vez podría comprarse aquellos muñecos, tal vez sean buenos acompañantes.
Vacila si entrar o no en la puerta y acaba perdiendose entre las calles, pasa cada día por la polvorienta juguetería y por mucho que el payaso intenta decírle, a su manera, que porqué no se lo lleva a casa, la respuesta nunca es positiva: separa los ojos del cristal y baja la cabeza, cuenta las líneas de la acera y desaparece.
Hoy, para el, es igual que ayer; parece que ha dejado de lloverpero por el resto todo es igual. Algo ajeno a el le dice que entre en el estableciemiento de juguetes y polvo, alguien le dice que ya es la hora de comprarse aquello que ha estado observando cada día desde el otro lado del cristal.
Empuja la puerta, no se abre, parece estar atrancada. El engranaje está algo oxidado y entre eso y la poca fuerza de sus manos adentrarse en el local oscuro de juguetes que ahora parecen viejos se le hace algo complicado. Su codo contra el manillar hace que el hierro ceda y la puerta se abra a sus pasos.
No hay nadie que le atienda, todo está vacío salvo las pocas estanterías de las que cuelgan viejos juguetes que, no sabe porqué, el los vé relucientes, como si se tratasen de juguetes aun por estrenar, limpios, con ganas de tener un dueño que les corte el pelo, que los case con sus viejos muñecos, que los lleve a la peluqería, que se los lleve al colegio y presuma de ellos delante dus amigos de clase... de un dueño que nunca les abandone aunque un día cruce esa línea que deja a un lado a el niño que un buen día fuiste.
Para él aquellos muñecos soñaban con sus manos, no veía el polvo que les cubría, no notaba que habían sido rehusados, que ya habían formado su propia historia y que en realidad, ni siquiera estaban ante sus ojos.
Todos tenían ya dueño, a algunos le shabía ido mejor que aotros, unos continuaban de mano en mano en el patio de los colegios, otros había sucumbido a la pronta decapitación por parte de un niño rabioso y otros adornaban los cuartos de gente que ya dejó de la infancia a un lado.
El los tenía delante de sus ojos, podía casi acariciarlos pero en el momento en el que sus fría smanos quisieron rozar aquel payaso de latón vió como el polvo se desvanecía para convertirse en aire. Y es que nunca hay nada si no es real, si has dejado pasar el tiempo, si vives en el niño que fusite hace tiempo, si vives con aquello que algún día te hizo feliz pero que ya no existe... si no avnzas y asumes, si no rectificas y ratificas cada movimiento. ¿Qué pasa?Que ves tarde muñecos de colores donde ya, para tí, no hay más que polvo. Quedarán algunos, los más sucios pero solo esos porque tu has sido el que rechazaste día a día a los otros. Ellos no podían hacer otrqa cosa más que pedirte en silencio que les hicieses compañía, que fueses para ellos algo más que aquel señor que los miraba desde el otro lado del cristal.
Tal vez nunca se atarde para jugar con muñecos, tal vez tú no dejes nunca de ser un niño.
Si uno no permite que los días pasen, si uno los vive como si se tratasen de algo infinito... que no se queje luego cuando no todo le vá de maravilla porque seguramente nos epa ni lo que significa eso.
(((maca)))

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