Nunca
me conveció el flequillo que me dejé crecer hace ya tanto, ni me gusta
el zumo de manzana. Siento darte la noticia de que cada vez que te dabas
la vuelta yo lo escupía en el lavabo o donde fuese, y sino tragaba
simulando que como a ti, ese es mi zumo favorito. En realidad no soy muy de zumos, apenas bebo más que cafés y vasos de agua. Pero por ti me dejé flequillo, me teñí de negro el pelo, bebí zumo de manzana y nunca salía
de casa sin una buena base de maquillaje. Luego llegaba a casa y me
ponía un moño bien alto y con un par de orquillas recojía ese mechon de
pelo que desfilaba tan molesto sobre mi frente, me desmaquillaba con
brio y me echaba capas y capas de crema hidratante; a ver si así
compensaba la sequedad del maquillaje.
Por
tí deje de escuchar bulerías y me pasé al otro bando, al tuyo, como
quien cambia de ideario en la guerra por no acabar muerto. Yo me he dado
cuenta de que me dejé morir en el instante en que decidí seguirte a ti
sin darme valor, ni a mis pasos, ni a mis canciones, ni a mis cafés ni
vasos de agua.
Hice tanto por ti que nunca supe describir quién era
yo realmente, y no tenía más aficiones que las tuyas, ni más intereses
que seguir a tu lado.
Que curioso es que nunca me quisiste tanto
como a ella, y eso que yo me esforcé por ti hasta el límite... La
diferencia tal vez sea que ella se esforzaba para sí, sin ser egoísta
pero consciente de que el tiempo y los besos de uno solo uno mismo a de
decidir a quién los manda. Ella era auténtica, esa es la diferencia.
(((maca)))
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