Me
acerco a mi vieja facultad, a la que he empezado a querer de un modo
extraño en estos últimos años, y descubro la soledad que hoy le abraza.
Nunca la he visto tan sola , hoy el gris del cemento era impacto de
tregua y fuego. Había carteles que hablaban de promesas pasadas,
incumplidas; pintadas en los muros que gritaban reivindicación y exigían
derechos subyacidos.
El derecho a la expresión es de
todos, y todos la usamos a nuestra manera. Que cada quien asuma su
conciencia. Yo estoy muy a favor de la huelga porque pienso que no es
más que
defender mi "yo universitario", ese yo que pisa una Ciudad
Universitaria llena de jovenes con mochilas para pasar aquí la noche con
el único fin de hacer eco, de que más arriba se enteren de que hay
muchos jovenes que realmente no pueden pagar tantas tasas, ni quieren
dejar de estudiar porque no puedan permitírselo. Qué queda de lo
público, ya no es para todos los ciudadanos.
Yo defiendo la huelga
honesta, la que no es violenta y la que es en realidad -salvo esa
minoría que destroza toda coherencia de libertad de expresión- no
defiendo ni apoyo la violencia, apoyo a aquella mayoría de personas que
acuden a la huelga, aquellas que hablan con la boca y no con las manos. Y
sinceramente se me pone la piel de gallina al ver a tanta gente,
pacífica, de la que por supuesto nadie hablará.
Así seguimos, nos comemos nuestra propia mierda.
(((maca)))
miércoles, 16 de abril de 2014
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