La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

jueves, 27 de febrero de 2014

Hipocresía humana

Ayer debatíamos en clase de Redacción sobre el tema de los inmigrantes subsaharianos que han sido tratados no como seres humanos, ni como animales, ni siquiera como seres vivos destinados al peor de los horrores. Unos decían que qué va a hacer el Estado, que qué tiene de bueno que 30.000 inmigrantes se alisten a la lista de personas que viven en nuestro país, o mejor dicho que intentan sobrevivir. Otros decían que cómo se puede hablar así de personas que lo único que han hecho ha sido luchar hasta el final por vivir, que saltan muros con pinchos, son disparados por balas de goma y se debaten entre ahogarse o pedir perdon a un grupo de gente que se cree que por estar un poco arriba son quizá algo más importantes.
El debate no llegó a una conclusión final, y es que lo único que teníamos todos claro es que no hay una solución definitiva a todo esto, y mucho menos una que nos guste a todos.
España está fatal, vivimos una crisis horrible y un cuarto de niños españoles viven bajo el umbral de la pobreza; casi es más común encontrar una familia con gente parada que con gente que tiene un trabajo, y a las familias que tienen más de un hijo se les empieza a considerar chaladas porque ¿cómo van a mantenerles en estos tiempos que corren"?. Anda ya. Que sí, que estamos muy mal, y soy la más privilegiada del mundo por poder llevar cinco años viviendo fuera de mi ciudad, pagando un dinero impensable en otro sitios por un pequeño piso de unos 35 metros cuadrados con suerte, por poder hacer la compra que yo quiero y comer carne y pescado y todo lo que necesite o creo que me convenga. Puedo ir a la farmacia si me duele la cabeza y no es extraño que me vaya a tomar algo con un amigo, que me deje el dinero en unas tapas, en unos zapatos, en un champú que se supone que te deja el pelo como el de la peluca de la modelo del anuncio. De alguna manera todos nos ajustamos, y ya he jurado a mi madre que cuando yo trabaje va a tener la mejor jubilación de su vida, que voy a devolverle todo lo que me ha dado, aunque eso sea difícil, porque no creo que me de la vida para vivir 700 años. (Tiempo que he calculado que necesitaría vivir para devolverle todo el tiempo, amor y dinero que ha invertido en mi).
A lo que iba, que soy afortunada, que quizá no tengo todas esas mierdas que enseñan por la televisión esas personas que nos hacen creer que sin arrugas seras feliz, que con un pelo brillante serás mejor, y que al final lo único que importa es ser un grupo de entes que ni piensan, ni sienten, ni padecen. Con que consumamos basta.
Vuelvo al tema de la inmigración, que no sé dónde esta la solución solo sé que si estamos hablando de vidas no hay más que hacer que dejarles vivir. Quién soy yo para cerrar la puerta a nadie. Y no me creo eso de que "claro, es que ellos se creen que aquí vivirán bien pero no se dan cuenta de que la vida que tendrán si vienen será con unas condiciones pésimas". ¿Y qué vida tienen allí? Lo único que ven a la vuelta de la esquina es la muerte, y si el caso no es tan extremo al menos es como morir en vida. ¿Si tuviesen unas mínimas comodidades, un mínimo para vivir acaso piensa alguien que cruzarían una frontera dejando todo lo poco que tienen atrás -pero que al fin y al cabo es todo lo que conocen y siento como propio- por ser recibidos cómo lo han sido?

(((maca)))

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