La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

lunes, 12 de marzo de 2012

Querido papá:

De lo que uno vive se aprende, si te pasas la vida sentado en el sofá esperando a que alguien llegue y te haga sonreir y te diga que eres importante... espera; espera que eso solo te lo dirá la televisión.
Eso lo sé de siempre: que la vida uno aprende a vivirla viviendo, y que el tiempo es algo que no se detiene y no vale de nada lastimarnos pensando qué fue o qué pudo ser de nosotros porque el tiempo pasado no vuelve. Comprendo también que las heridas escuecen siempre, pero que es justo el tiempo el que, sin entender muy bien como lo logra, las suaviza todas y muchas las cicatriza.
No ha sido solo esto lo que me ha hecho comprender que si un dia te odie te he querido mucho más tiempo, han sido las circunstancias de nuestras acciones: tu derrota me hizo odiarte y cómo has retomado tu vida, cómo he crecido y tú has avanzado me han hecho cambiar mis ideas.
No he tenido que plantearme nada, simplemente me gusta cuando me escribes y me dices que te has ido a pasear por la playa y te acordaste de mí, que hoy te has acordado de cuando nos ibamos todos en el coche como sardinas y recorriamos una larga línea que cortaba toda España. Me gusta ver que estas, que quisiste irte pero te has quedado, saber que quizá este no era el mejor final pero si es lo mejor que podría haber sido.
Hubo un tiempo en el que creí que no volvería a verte y que si lo hacía sería para compartir un café frío, hirviendo, y enseñarte a los que serán mis hijos para que ellos te llamen abuelo. Pensé que el amarillo de tus ojos se quedaría allí para siempre, que no volverían a brillar y que no recordaría tu risa de tan poco que la mostrabas. Me daba miedo pensar que la falta de vernos, de compartir momentos como cuando era niña, podría hacer olvidar los momentos buenos. Tenía miedo de quedarme solo con las derrotas y equivocaciones que hicieron que hoy pueda parecer que estamos separados. Las apariencias engañan muchas veces, si en algún momento alguien cree que siento algo contrario a lo que en realidad siento está equivocado; un día pensé, creí firmamente que no me querías, que yo te daba igual y que te conformabas con enseñarme a tus amigos como un trofeo, como la hija estupenda que tenías pero que en realidad te estabas perdiendo.
No conociste bien mis quince años y mucho menos mis dieciseis, diecisiete, dieciocho...
Yo nunca conocí tus veinte, treinta o cuarenta; más que nada porque tú y mamá todavía no me habíais tenido. Mamá siempre dice que soy su séptimo regalo, vuestro último regalo y de ello presumías por las calles del centro cada vez que nos cruzabamos con cualquiera de tus conocidos. Yo sonreía y sabía disimular muy bien las lágrimas, reía tus gracias y las del camarero y cuando volvía en autobús a casa notaba que cada día sentía menos.
Así pase de niña a adolescente y pasé de quererte e imitarte a no comprender qué pasaba. Pasé de la incomprensión al odio, y del odio a la ignorancia. La ignorancia no era ella siempre, a veces parpadeaba cuando se mezclaba con la melancolía o cuando volvía a verte. Nunca he dejado de quererte, te he querido de maneras muy distintas pero nunca renegaré de padre.
Tengo padre y ya es bastante, hay gente que no lo tiene o lo ha perdido, hay gente que ha perdido un hijo y tu a mi vas a tenerme siempre; quizá porque soy algo idiota y hay cosas a las que nunca diré que no por mucho que se empeñen.
Sí, pudo haber sido mejor pero así es como ha sido, solo nosotros lo sabemos y algunos se hacen una idea pero solo tu y yo sabemos que el tiempo suaviza todas las heridas y cicatriza muchas de ellas.
Te has perdido momentos importantes de mi vida, y yo de la tuya, no me conoces bien, yo a tí todavía tengo que descubrirte pero ¿sabes qué? Estoy dispuesta a seguir escuchando el tic tac del reloj, estaré encantada de que me hables de vez en cuando y me mandes fotos de nuestra playa en invierno. No sabes lo feliz que me hace que me digas que te sientes útil, que estas cansado porque has vivido, que estas orgulloso de todo lo que te digo.
No puedo evitar llorar y reírme al mismo tiempo, hoy necesitaba decirte esto, bendito martes trece en el que tú y mi madre os conocisteis.

(((maca)))

3 comentarios:

  1. Olé, olé y olé. Vivan los martes trece!
    Eres una pequeña máquina! Te quiero mucho más de lo que crees! Que tengas un día estupendo, aunque sea con diez horas seguidas de clase, o sentada en un vagón de metro.

    ResponderEliminar
  2. Maca, me ha encantado!!!! Te quiero muchíiiiiiisimo

    ResponderEliminar
  3. Maca, ¡me quedo con el bendito martes trece del final!
    MUA

    ResponderEliminar