La vida es un continuo trabajo: te despiertas y cada nuevo día te trae lo mismo de siempre, igual pero distinto... esa diferencia que te aporta es lo que hace que tu vida sea maravillosamente diferente.

jueves, 16 de octubre de 2014

Historia de nada

Era guapo, y hablo de él en pasado no porque ya no viva, por supuesto que vive y apuesto a que le quedan por vivir mínimo el triple de años, sino porque para mi no existe realmente, digamos que no es accesible. No hablo desde el rencor, en absoluto, tampoco soy negativa, pero él ocupa menos en mi vida que Andrés Velencoso por ejemplo. En común tienen que son infinitamente guapos, que son esa clase de hombres que ves por la calle en traje y aunque no sepas quién es le miras, y da igual que seas hombre o mujer, que estés soltero o con pareja, no puedes evitar mirarle y pensar "que belleza". No importa que vaya en chándal, que este sudado o acabe de salir de la ducha, que este sonriendo o mire a el suelo cabizbajo: él es guapo, infinitamente guapo, ya tiene mucho ganado.
Eso de que no existe en mi vida suena traumático lo sé, pero de Velencoso puedo saber sus gustos y deseos si me sumerjo en la web, si le sigo en Instagram sabré que adora a su perro y dónde le gusta pasar sus vacaciones. Sin embargo del chico que hablo no se nada, y es por ello que no ocupa espacio en mi agenda. En cierto modo esta decisión la tomé yo el día que me crucé con él en ese maravilloso espacio.
Era una noche de esas que estas en la calle porque necesitas que te de el aire frío en la cara, que no te importa que este contaminado ni tener que tragarte el humo del apestoso que se te ha puesto al lado, una noche de esas que sales a disfrutar con las amigas, sin planes de llevarte un ligue del brazo, con la única idea de disfrutar y reírte de todo. El local estaba lleno y quieras que no siempre buscas -aunque no quieras- una cara que te diga algo; yo no vi solo una cara, vi un cuerpo entero, una sonrisa perfecta, una nariz del tamaño exacto. Vi una camisa impoluta y unos vaqueros lo suficientemente ajustados como para ruborizarme al verle pasar por mi lado. Pasó muy cerca y mi olfato se desmayó a su paso.
Soy de esa clase de personas que no se fijan en los chicos perfectos, sí en los guapos claro, en los atractivos ¿alguien de primeras tiraría el primer dardo al feo? No creo... Pero soy de esas que la belleza llevada al extremo le impone, hasta tal punto de no atraerme; quizá por sentirme inferior, quizá porque en cierto modo creo que si tiene tanto por fuera tal vez necesite mucho por dentro... Es injusto lo sé, pero creo que hay demasiadas chicas en el mundo interesadas en esta clase de chicos como para que mi decisión pueda importarles. No sé, el caso es que me sale así, cuando veo a un chico de esos que quitan el hipo, que hacen que tuerzas el cuello, que sonrías "sin motivo" y que la temperatura de tu cuerpo aumente en milésimas de segundo un par de grados suelo echarme atrás un par de metros y seguir disfrutando, sin acercarme al peligro.
Lo veo así, esa clase de chicos para mi llevan escrito en la frente un cartel de "caution" porque si me acerco a ellos suelo acabar lamiéndome heridas como un gato, así que aquella noche le observé con cuidado.
La historia no da para más, volvió a pasar por mi lado -o quizá fui yo quién le rocé con el brazo- y los dos sentimos esa electricidad que fluye a veces por los cuerpos; al fin y al cabo nosotros también somos máquinas. Sentí el escalofrío y le miré a los ojos, creí haberme enamorado. Él me sonrío y me fui de allí, no quise saber qué podría haber pasado. Probablemente nada. Probablemente todo.

(((maca)))

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