Ayer por la tarde quedé con mi padre, y vino mi madre también. Seguro que los cotillas de mi ciudad ya se han llamado unos a otros para confirmar lo cierto -"Manolo y Victoria paseando JUNTOS por el centro de la ciudad con su hija pequeña"-. Pobre gente... que malo es el aburrimiento. Hay cosas que suceden, y que algún día pensamos que nunca más volverían a pasar.
Pasamos por delante de una zapatería y como buena mujer que soy me enamoré. Vi unos zapatos de tacón -de no más de 6cm, pero preciosos- de ante, rosita bebé y con la punta negra. Los vi y pensé "son perfectos para una tarde noche con Cris". Sí, puedo parecer estúpida escribiendo esto, pero es lo que me vino a la cabeza: una terraza con mi super amiga a las 20:00 o 21:00... con buena temperatura, algo para picar y beber y la mejor de nuestras sonrisas. Vi esa imagen y supe que quería comprármelos. Salí de la tienda con esos zapatos en una bolsa.
La tarde estuvo muy bien y cuando llegué a casa escribí a mi amiga -a la que no veo desde el día 7 de junio- para contarle un poco mi día y para saber qué tal le va. Hablamos a diario, si no es a través de facebook, lo hacemos por whatsapp o skype; no es lo mismo que tenernos frente a frente pero no nos importa porque somos felices cada una donde estamos. Yo aprovecho que es verano y estoy en mi ciudad, y ella aprovecha los tres meses que se ha ido a San Diego. No sabía claro que dia volvería, pero me había dicho que sería en septiembre así que aunque yo vuelva a Madrid mañana por los exámenes ... Tenía en ella -y en otras cosas- el mejor de los alicientes.
Hace dos días me dijo que quería mi ayuda, que estaba liada porque no sabía que hacer y quizá yo -igual que sus padres o su amiga Marina- podía ayudarle un poco a ver las cosas más claras. Yo siempre le he dicho que soy feliz con lo que ella decida, que cuando se fue a San Diego yo no sabía a ciencia cierta si solo se iría a pasar el verano o si luego allí decidiría quedarse más tiempo, que muchas cosas no podemos decidirlas nosotros sino que es el tiempo y las circunstancias lo que nos llevan a tomar determinadas decisiones. Aún así yo pensaba que en septiembre volvería, ella tambien lo pensó, hasta que México le hizo el mejor de los regalos: le regalo una sonrisa enorme, la mejor acogida que pudo esperarse y le regaló también quilos y quilos de paz.
Ahora mi amiga está allí, y es feliz: se lo noto en su cara cuando veo sus fotos, y en todo lo que me cuenta cuando hablamos -a distancia-.
Ayer me dijo que ha decidido quedarse allí más tiempo; me acuerdo que cuando se fue de España tenía más miedos y dudas que sonrisas a mi lado, así que aunque me cueste tanto saber que tendré que esperar más que lo que he esperado ahora para volver a verla... me sale una sonrisa por ella, aunque caiga a la vez una lágrima tras otra.
Esto de la amistad es increíble, me deja sin palabras; porque no soy capaz de entender como alguien a la que conocí de casualidad un verano en la playa ha llegado a formar una parte tan importante de mi vida. De verdad, no lo digo porque este sensible ahora, sino porque la quiero, la adoro y la echo de menos.
Si Cris es feliz yo también, y punto, y no hay más; y no voy a protestarle a Dios porque haya hecho México tan bonito y no traiga de vuelta a mi amiga.
No sé que será de Madrid sin tí, y de mi... Prefiero no saber que será de nosotras, solo sé que por muy lejos que te vayas no te vas a separar de mi Gaio. Madre de Deu, GAio, madre de Deu...
(((maca)))