miércoles, 26 de septiembre de 2012

Nos apresuramos vertiginosamente a lo desconocido

En noches como estas, en las que no soy capaz de dormirme y el reloj sin tic tac me avisa que pasa el tiempo, se cuela el vértigo por el leve espacio que dejan las contras de las ventanas. Se me entornan los ojos y la cabeza da vueltas sobre el mundo y la almohada.
En noches como estas, en las que me imagino en un futuro cercano sonriendo recordando este nuevo comienzo, que sé que lo que me depararán los días no llega a ser ni imaginable... siento que algo se queda pendiente, y que no serán suficientes las gracias que pueda llegar a dar a nadie.
Una nueva vida se engendra, los pequeños van aprendiendo a gatear, a decir sus primeras palabras... conseguirán andar y creerán sentirse libres. Mis hermanas que hace años jugaban con sus muñecas y hace menos pretendían darme lecciones de vida adolescentes se han convertido en madres, o en madre primeriza en unos meses. Y mis hermanos estudiantes ya trabajan o, por fin, dejaran de ser estudiantes en poco tiempo; si es que todo avanza.
Llueve fuera, suena suave la lluvia al caer del tejado liso, frío como la escarcha. Recuerdo la ciudad de la que vengo, a 600 km de donde me encuentro ahora y mi cuerpo deja al vértigo apoderarse de mi espalda. Que nadielo confunda con miedo, no es duda tampoco; se llama vértigo.

(((maca)))

1 comentario:

  1. Fabuloso! Como siempre! Qué capacidad la tuya de ahcer que las palabras te lleven hasta a revivir olores, sensaciones... Te quiero! María

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